lunes, 29 de agosto de 2011

La Corona de Hierro



por: Marisol Roldán




Un aro de hierro de apenas un centímetro de anchura y quince de diámetro que nunca se ha oxidado, a pesar de haber pasado casi dos milenios de su existencia, eso es lo que podremos encontrar dentro de la Corona Imperial o Corona de Hierro que se guarda en la Basílica de San Juan Bautista de Monza (Italia). Según la leyenda está hecha con uno de los clavos con los que los romanos crucificaron a Jesucristo. Pero el mito añade más misterios a esa

Corona, igual que los años le fueron añadiendo oro y piedras preciosas. Se dice que el aro poseía facultades divinas como el de poner en contacto al poseedor por derecho con Dios. También daba claridad y juicio al pensamiento a su portador, sin olvidarnos de que quien la ciñera en sus sienes sería un protegido de los cielos. La fuerza de la fe cristiana y la capacidad conquistadora de la política europea serían el tesoro de su dueño.

El primero en utilizarla fue Constantino, emperador romano de Bizancio. Después de él, ya enriquecida con joyas, la portaron algunos emperadores de Alemania y de Austria, como Barbarroja o Maximiliano. Pero también persiguieron ser coronados con ella Carlomagno, Carlos V y Napoleón I. Todos ellos con tres cosas en común: Haber logrado construir un imperio, intentar unir la religión con el poder político y querer obtener la protección divina. Y en algunos casos como el de Napoleón, tal vez también hubo un intento de encontrar algo más "un contacto directo con el centro original de la creación".

Un clavo para un imperio. Constantino el reinado de la cruz

En el año 313 se promulgo el edicto de Milán, con él dos emperadores, Licino y Constantino daban la libertad de culto a todos los cristianos de su dominios. Antes de poder dictar esta ley liberadora, Constantino tuvo que luchar contra Majencio y venció pese a tener un ejercito menor. Se dice que presenció la visión de la cruz en la que cristo había sido crucificado, así que al salir victorioso atribuyó su suerte al prodigio. Por lo que colocó el anagrama de la cruz en las enseñas de sus guardias. Era natural que Constantino sufriera admiración por el símbolo cristiano, no en vano su madre había influido en él con ideas de poderes divinos cristianos. Santa Elena en el 321 había soñado con una paloma que había entrado en el Templo de Jerusalén donde estaban los maderos de los crucificados y posándose en uno determinado le había indicado que era aquel donde murió Jesús. Los sueños de la reina llevaron a los cruzados a encontrar el madero y traérselo a su hijo y con ellos los clavos de Cristo. Los mismos que habían tocado las carnes y la sangre del ejecutado hijo de Dios y por tanto eran las reliquias más preciadas de los creyentes.

Ambrosius, historiador militar refirió el episodio:"Elena buscó los clavos con los que nuestro Señor fue crucificado y los encontró. Con un clavo mandó hacer una bocado y con el otro una corona". Al parecer mandó a su hijo como regalo la corona y también el bocado. Constantino utilizó ambos objetos y después de crear Constantinopla dejó a los reyes posteriores: la fe cristiana y las reliquias, además de un imperio que reinar. Era el legado del emperador que había tenido que hacerse a sí mismo derrotando a otros tantos emperadores y reyes legítimos. paso a la historia conquistando.

Al parecer Elena que estaba dotada con la facultad de tener visiones oníricas había entendido en uno de sus sueños que igual que ella podía comunicarse con lo supremo, el rey que lo portará tendría la facultad de hacerlo. No para cuidar de un reino terreno, sino para hacer de celador del trono divino. La leyenda quedó tan arraigada como otras tantas sobre reliquias, pero en está ocasión sus fieles devotos no eran gente del vulgo, sino príncipes, nobles y futuros reyes. Y una curiosidad se cree que nunca dejaba que nadie tocara la Corona Imperial. Hecho que se respetó como una excentricidad entre las muchas que tenía entre ella la de los baños continuados. Costumbres que compartió con los futuros poseedores de la corona.

Otro rey de reyes fue Carlomagno que construyó el Imperio Carolingio. Nacido ilegítimo en el siglo VIII, tuvo que compartir reino y posesiones con su hermano Carlos (Carlomán, ungidos ambos por el Papa Esteban II). Las desavenencias desde un principio estuvieron presentes. Carlomagno había aceptado la división de reinos, pero no ayudó a su hermano en las guerras de Aquitania. Tres años después de su subida al trono y muerto su hermano, Carlomagno era nombrado "único rey con el consenso de todos los francos".

Desde el principio apoyó al Papa Adriano I. Victoria tras victoria construyó su territorio, para luego disponerse a conquistar el mundo. Cuando se iba a conquistar a los musulmanes, al norte de la Península Ibérica, en ayuda de su sobrino Roland (Roldán)(muerto en la batalla de Roncesvalles) vivió un hecho prodigioso sobre los Pirineos. Cuenta la leyenda que Carlomagno antes de la batalla, estando en el campamento de frente a los vascones, francos y en la retaguardia los musulmanes, tuvo una tremenda visión. En los cielos una cruz luminosa se mostró ante él y su ejército, dándoles la certeza de que sus empresas llegarían a éxito en nombre de la cruz. En el año 800 fue coronado Emperador por el Papa León III, el cual le ciñó la Corona de Hierro. Por su poder de conquista se le llamó Magnus. Pero fue un rey también diplomático y estratega político que igual que sabía dominar la guerra traía la paz en los territorios dominados. Carlomagno instauró protección a la religión cristiana, pero también apoyó las ciencias, incluidas las liberales como la astronomía, por la cual se sentía atraído.

Otra curiosidad de este rey resultó ser que no dejaba que nadie se acercara a la Corona Imperial, la cual tenía protegida de los ojos ajenos cuando no la tenía ceñida. De nuevo los palaciegos encontraron en ello motivo de "cosas de rey". Sin embargo, tras la coronación el objeto podría haber actuado sobre él.

Carlos V no tuvo que construirse un imperio a él se lo dieron hecho. Le correspondía por herencia ser rey de Alemania y tras la muerte de su hermano también recibió la Corona de España. Carlos, nació en el año bisiesto de 1500, un 25 de Febrero. Y desde siempre el vulgo vio en este hecho un detalle simbólico. Un Rey, un nuevo siglo. Comienza el renacimiento y la edad moderna. Caen las ideas medievales y el mundo se abre a la ciencia. Se acaba de descubrir un nuevo mundo y la mayor parte le pertenece a Carlos.

Pero...Carlos también se tuvo que corona como emperador, pues su pueblo no le aceptaba, los alemanes le veían como desertor y los españoles como extranjero. Le erigen emperador en Frankfurt en 1519, pero sólo es coronado como rey de los lombardos con la Corona de Hierro en 1530. Clemente VII le bendice una segunda vez.

Carlos era hijo de una loca, de una depresiva que terminó enajenada, Juana de Castilla. Pero a pesar de la creencia popular él tuvo en consideración las ideas de su progenitora. Al tiempo que hacía caso a sus vaticinios y sueños. Carlos no vio una cruz advertirle de sus victorias sobre el mundo, pero tuvo la fortuna de ver en su bandera un mundo a los pies de la cruz.

Murió en cama con un crucifijo en las manos y nueve velas traídas de Montserrat, su última palabra había sido: “¡Jesús!”. Había muerto el último emperador coronado por un Papa. Un rey que como Constantino y Carlomagno habían intentado unificar fe y política. Nunca había dejado de tocar la Corona de Hierro, para la que puso custodios religiosos y construyó habitaciones especiales en sus palacios, pudiéndola transportar.

Napoleon I procedía de una familia media de Córcega en Francia. Fue un ávido estudiante de milicia y demostró ser pieza clave en el ejercito francés.

Culto, leyó a los ilustrados como Rosseau , Mostesquieu o Voltaire entre otros, pero no olvidó instruir también su cultura en arte e historia. Tenía una memoria increíble y una capacidad de intelecto chocante para un soldado. Su biógrafo, Calvet dice de Bonaparte que sus ideas recibían influencias de bastos conocimientos. Desde las ciencias a lo esotérico todo tenía cabida en su cabeza. La mezcla era explosiva. Su meta era construir un segundo imperio como el romano. Un mundo construido por unas leyes para que los hombres pudieran avanzar. Pero termino poseído por el afán de conquista. Y su meta fue ceñirse la Corona de Hierro para poder completar su sueño. "Se dice que soy ambicioso, se equivocan; no lo soy, o al menos mi ambición está íntimamente unida a mi ser que no puede separársele". Entre sus conquistas contó con la de restaurar los diálogos con el Vaticano y la Casa Papal lo que le valió años después ser coronado por el Papa Pío VII (1804) en la catedral de Notre-Dame, ciñéndose él mismo la corona con unas connotaciones simbólicas descaradas al pueblo y a la propia Iglesia. El poder estaba en la Corona Real y el se la ponía en la cabeza. Murió desterrado en 1821 en la isla de Santa Elena, que por cosas del azar portaba el nombre por la madre de Constantino el Grande primer portador de la corona. Justo 1500 años después de la visiones de la santa y curiosamente el año del nacimiento de Carlos V.

El misterio de la corona a observación

Queda claro su simbolismo dentro de la fe cristiana. Como reliquia y como símbolo de poder representa el liberalismo y propagación del credo de Cristo en las tierras del mundo. Aquel que la ciñe se convierte en el representante del Rey de Reyes. Defiende, premia y castiga protegido por la mano de dios. Una mano metálica que se describe como un hierro que no ha conocido la herrumbre en dos milenios, sin que jamás haya estado tratado a proceso químico alguno.

El aro en cuestión es el que se haya colocado en la parte interna de la corona, una especie de diadema de 325 gramos, que termina siendo la que se pone en contacto con el hombre coronado. Justo en su cabeza, la morada del cerebro de las ideas, de la conciencia y del intelecto. ¿Por qué tenía tanto afán Elena en que fuera colocada sobre la cabeza de su hijo? y ¿por qué el bocado real que se hizo con el segundo presunto clavo de cristo era para disponer sobre el pecho?, ¿mera casualidad?, ¿Por qué Bonaparte no estuvo satisfecho hasta tener su ansiada Corona de Hierro sobre su cabeza a pesar de ser ya emperador?. Por qué Hitler había pretendido hacerse con el objeto que residía en la catedral de Monza argumentando que era en Alemania donde debía residir la reliquia. ¿Era uno de esos objetos de poder místico que el Führer andaba buscando por todo el mundo?.

Hoy en día todo el mundo ha oído hablar de las “megabrain”, esas máquinas relajantes que producen estados alterados de conciencia. Unas máquinas que actúan al poner factores eléctricos en funcionamiento sobre puntuales terminaciones nerviosas del hombre, en concreto sobre las sienes, lugar de pulso humano, es decir que se influencia en los impulsos cerebrales a través del riego sanguíneo (mente y corazón). Tal vez sea una simple coincidencia con los dos regalos de Elena a su hijo o quizás no. Tal vez si revisáramos por una parte algo de electricidad y por otra la capacidad de los metales (en este caso un hierro alterado por un factor desconocido) encontráramos detalles de sospecha para un enigma que lleva casi dos milenios sin resolver el verdadero poder oculto de la Corona. ¿Qué es lo que realmente querían de ella los religiosos y los reyes, por no hablar de los ocultistas?. Detalles que a lo mejor por simples pasan desapercibidos o que nadie ha logrado conexionar para encontrar sentido, aún.

Luigi Galvani(1737-1789) médico y físico italiano ayudó en su observaciones a la invención de la pila eléctrica. Para ello tuvo que hacer ciertos experimentos sorprendentes hasta descubrir el galvanizado de los cuerpos. Entusiasmado con las observaciones anatómicas humanas y los procesos nerviosos y el movimiento muscular, Galvani diseccionó ranas, cogió sus ancas y las colgó de un hilo de cobre a un balcón. Se quedó asombrado al ver que la acción del viento hacía chocar las ancas con los hierros de la barandilla y éstas se encogían como si estuviesen vivas. En realidad, no era el viento el que las movía ni tampoco su segunda teoría de que las partículas eléctricas del viento producían pequeñas descargas sobre las ancas de los batracios. La culpa de aquel prodigio la tenia el hilo de cobre y el hierro que al chocar producían electricidad como años mas tarde demostró Volta. Era producto del choque de metales de naturaleza diferente. Con esa idea creó la pila eléctrica en 1800, que según su inventor imitaba los órganos naturales del pez torpedo, cuyas descargas eléctricas paralizaban a sus víctimas. Volta empezó a apilar disco de cobre, cinc y cartón empapados en agua de mar logrando reproducir corriente eléctrica. Luego construyó un condensador que reproducía chispas capaces de hacer estallar hidrogeno. Bonaparte estaba admiradísimo de los descubrimientos de Volta y lo colmó de honores. Aquello influenció notablemente esa amalgama de pensamientos que era la mente de Napoleón y empezó a relacionar estos descubrimientos con la leyenda de la corona. Su pensamiento científica intuía que si esa corona tenía dones estos podían ser descubiertos y explicados a la vez que utilizados. Pero sólo lo conseguiría convirtiéndose en emperador. Así su amigo Volta podría investigar la corona. Y el utilizarla en su beneficio. Sin embargo, esta leyenda de corte no esta demostrada.

Otro preocupado de la corriente eléctrica fue Heinrich Hertz, físico alemán que demostró que la corriente podía propagarse sin la necesidad de conductores, a través de las ondas, dispersándose por la atmósfera, que por otro lado estaba llena de átomos que hacían esa función dispersadora. Hertz no era un visionario práctico y aunque descubrió que las ondas electromagnéticas tienen las mismas propiedades que la luz cuando le preguntaron si su descubrimiento tenía aplicaciones contesto "No, en absoluto". Estaba equivocado gracias a ellas Morse inventó el telégrafo, luego vino la radiodifusión, el teléfono inalámbrico, etc. Inventos que en resumen nos venían a decir que la electricidad, y por otro lado que la información emitida desde un punto (emisor), podía ser captada por otro punto lejano preparado para ello (receptor). Hablar de lo científico puede parecer inapropiado pues la corona parece tener sobre todo un argumento histórico. Pero ¿Y si además poseía un peso científico desconocido?,¿y si su presencia abría la posibilidad a un hecho místico deseado desde los orígenes de los hombres, como es el contactar con esa deidad original?. ¿Es un receptor el hierro de la cruz imperial?

Tocó la sangre de cristo y algo la hizo inoxidable. Pero de ahí a pensar más sólo lleva a hipótesis. Si hemos visto claro la información se propaga. ¿Qué faltaría para que realmente esta corona fuera un receptor y quién sería el emisor de esas ondas?, ¿tal vez aquel cuyo hijo había alterado el proceso de aquel metal, es decir Dios?.

Y además, siendo esto posible de demostrar algún día, ¿por qué eran los reyes los únicos portadores del receptor?. ¿Y en su ausencia la Iglesia custodiara de la reliquia?, ¿por qué no le dieron una función más mística?.

Tal vez no se trate tanto de los emperadores como si de los individuos que llegaron a serlo. Tal vez no influyo a todos por igual, como pudo no hacerlo con ninguno. Individualizando a los hombres como genero sabemos que somos casi noventa por ciento agua, que dentro de nosotros hay una gran cantidad de minerales , pero también debemos recordar que aunque en menor proporción somos depósitos de metales como el hierro. Y por cierto este elemento donde más se almacena es en la sangre y en el cerebro. Justo donde se colocaban la corona y el bocado hecho con los supuestos clavos de Cristo. Pero una curiosidad queda suelta y se une al misterio de los clavos del Santo Madero y de la Corona Real, ¿dónde está el tercer clavo?. La leyenda cuenta que ese está en algún lugar donde los Papas reinan en su imperio entre los hombres, El Vaticano. Hasta allí llegó posiblemente gracias a Santa Elena, la única mujer premiada por santidad debido a sus sueños. Mientras su hijo Constantino nunca fue reconocido como santo por Roma. Entre los grandes portadores de la Corona de Hierro hubo una extraña intención de unificar religión con estado o al menos de convivencia mutua,¿sería culpa de ese tercer clavo en discordia o simples coincidencias políticas de la época?.

La actualidad de la Corona de Hierro

Se conserva como parte del arte esmaltado bizantino en la Basílica de San Juan de Monza, ciudad donde se cree vivió María, la madre de Jesús, en su paso hasta Grecia. Hoy en día es más bien una corona de hierro dotada de rosas de pedrería preciosa en su parte externa, sobre laminas de oro grabado. Según parece fue donada a la catedral lombarda por gracia de la reina Teodolinda. Hasta esa fecha se habían coronado con ella a los emperadores de la Edad Media. Tradición que se interrumpió hasta la llegada de Carlos V y su imperio donde no se ocultaba el sol. El último en usarla fue Fernando I de Austria en 1838. La corona ha sido estudiada tanto en sus orígenes por historiadores, como en su arte por especialistas. Pero también analizada por estudiosos, sobre todo la parte de hierro que es la que fundamenta la leyenda del clavo de Cristo adosado en su interior. En 1937 se procedió a un análisis de ese hierro y aunque no ofreció resultados contundentes se estimó de dos mil años de antigüedad. Se hizo por expertos de la ciudad pero sin contar con los adelantos en análisis actuales, así que siguen inexactos. Por cierto que en Monza se almacenan muchas reliquias, entre ellas los originales evangelios, la madera de la cruz santa, anillos de la virgen y otros cientos de filacterias procedentes de las catacumbas. Además de ser oriunda de allí la muchacha que poseída por un presunto demonio tuvo la suerte de ser exorcizada por el Papa actual en persona el 10 de septiembre del 2000.

Y cuando no hay datos y faltan pruebas, hablamos de teorías los unos y de leyendas los otros, pero la verdad es que el misterio de la Corona de Hierro sigue siendo en la actualidad uno de los más hermosos porque de ser cierto lo que intuía Napoleón I, allí había mucho más que hierro antiguo...mucho más que un objeto que ofrece poder a los hombres...la posibilidad de oír o recibir su voz desde donde tenga su sitio en el universo. ¡Qué suerte la del rey elegido por el destino, con la capacidad orgánica adecuada para experimentar con la Corona de Hierro su verdad o mentira¡.

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